sí
lo hago sin pudor
sin miedo
sin vergüenza.
Me cago en tu dios de pacotilla
porque tu dios es un cabrón
vengativo, irascible
porque tu dios manda horrores
juzga, castiga
y tiene un pueblo escogido.
Me cago en tu dios de pacotilla
que ordena matar primogénitos
que solo te quiere para él
resignado, ínfimo, pedigüeño
que lanza plagas por doquier
que maldice estirpes
y salda deudas.
Me cago en tu dios de pacotilla
que ordena guerras santas
que reparte la riqueza entre sus escogidos
que permite nacer al que va a sufrir para grandeza de sus fieles
que anaquila al diferente y lo castiga al infierno eterno
Me cago en tu dios de pacotilla
que mira para otro lado cuando le pides, juzgando así tu fe
que quiere que le pidas de rodillas para al no darte, glories su magna voluntad
que regala paraisos y vírgenes a quienes inmolandose en su nombre, dañan por doquier.
Me cago en tu dios de pacotilla
que te quiere sentado, meditando y vaciando tu corrupta mente para así ilumar tu maltrecho cerebro de animal
que te quiere casto, puro a su manera
no sea que la sensualidad perturbe tu paz interior y tu pureza
te quiere ciego a la belleza de este mundo pues te guarda otra aun más grande prometida aun incerta
Me cago en tu dios de pacotilla
que da vida, matando.
que ordena lo desordenado, matando.
que purifica lo sucio, matando.
que previene la muerte, matando.
que asegura la vida de sus escogidos, matando.
Me cago en tu dios de pacotilla
que tiene mil manos y mil lanzas
que tiene mil ojos que lo ven todo, hasta lo más oscuro de tu alma
que no perdona el mínimo desliz, pues apunta tus actos a sangre en tu karma
Me cago en tu dios de pacotilla
que creo un infierno en llamas para los que hizo necios
y un paraiso eterno para aquellos a quienes regaló el don de la fe
que guarda tras la muerte beneficio eterno para el que sufrió en su nombre marchito
y castigo sin fin, para el que tratando de ser feliz, descuidó su plegaria.
Sí,
otra vez
Me cago en tu dios,
sí
lo hago sin pudor
sin miedo
sin vergüenza
porque tu dios no existe, tu dios no puede ser, mas que en una mente enjuta y adormecida por siglos de mentiras y vergüenza, una mente enferma como la de aquel a quien mis palabras han enfadado, como la de aquel a quien le he dado pena diciendo lo que he dicho, para aquel que ha sentido compasión por mi descarriada alma... para ese, aquí y ahora, le regalo su dios de pacotilla para siempre.
Mi Dios, mi Dios es un niño sonriendo, un gato ronroneando, una flor al viento que esparce por doquier su fragancia, sin mirar a quien bendice con su aroma. Mi Dios está en mi corazón y tu dios, jamás va a conquistar Su Trono porque es un dios de pacotilla.
x Sonón.